Aprovechando estos días de descanso decidí hacer una escapada y visitar a la familia de mi madre (Navahermosa).
¡Qué recuerdos! fue lo primero que pensé cuando entré en el zaguán de la casa de mi tía. Todo lo que a mi corta edad me parecía enorme ahora parecía haber encogido al igual que mis tíos.
Tuve la sensación por un momento de volver a ser niña, esa niña que correteaba por aquellos pasillos, de habitación en habitación jugando con mi hermana y con mis primos.
Nosotros solíamos dormir en una casita pequeña que estaba atravesando un patio. Recuerdo con mucho cariño cuando nos reuníamos en la cocina de leña que tenía aquella casa y celebrábamos reuniones familiares, todos sentados alrededor del fuego mientras se cocinaba.
Como mis padres trabajaban todo el verano nos solían llevar a pasar la mitad del verano allí y la otra mitad a casa de mi abuela paterna. Para nosotras eran una vacaciones estupendas llenas de aventuras y diversión en compañía de mis primos y sus amigos porque además de pasárnoslo genial, teníamos la libertad que en la ciudad no nos dejaban por miedo a que nos sucediera algo.
Cuando aún vivía mi abuela materna dormíamos en su casa para hacerla compañía o dar guerra como solía decir ella cuando hacíamos alguna trastada o nos acabábamos la botella de calcio de una tragada y ella salía corriendo detrás de nosotras para quitárnosla.
Vivía en una casa humilde con dos habitaciones y una cocina entre ellas, era más grande el patio que la casa pero en aquellos años era normal porque se solía tener animales en los patios.
Como habréis podido observar no he dicho que la casa tuviera baño porque eso era un lujo aunque, mi abuelo fabricó un pequeño cuarto al que llamaban aseo, como no había sitio en la casa lo hizo contiguo a las cuadradas donde habitaba el burro y las gallinas. Puede sonar caótico pero a mi me parecía una casa con mucho encanto y sobre todo llena de amor. Creo que de ahí viene mi pasión por la arquitectura y todo lo relacionado con ella.
Puedo recordar como si fuese ayer cuando salíamos mi hermana y yo eufóricas de casa de mi abuela rumbo a casa de mi
tía por aquellos callejones que tiene el pueblo raudas a reunirnos con mis primos para salir en busca de la recogida de los cascos vaciós de leche o de "La casera", para luego llevárlas a la tienda de ultramarinos que estaba cerca con el afán de recaudar la peseta por botella que te daban entonces por reciclar, no como ahora que reciclas y encima tienes que pagar por ello.
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ESCUELA "LA RAÑA" |
Una vez teníamos la cantidad suficiente nos comprábamos chuches en la misma tienda, esa tienda que al entrar siempre tenía ese olor tan característico a detergente, seguro que muchos de vosotros también lo recordáis aún.
Ese fue mi primer contacto con dos palabras que hoy en día se utilizan mucho "competencia y superación" porque si no eras rápido otro te quitaba la botella y te quedabas sin chuches.
Otra cosa que nos gustaba mucho era visitar a mi tío los días que había proyección en el cine "RIBERA" porque él era quien acomodaba y quién proyectaba la película así que ya podéis imaginar lo divertido que era corretear entre los butacones con la excusa de ayudarle y si encontrábamos un duro sin dueño en el suelo ya sabéis en que los empleábamos...¡En chuches claro está!
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CINE "LA RIBERA" |
Además siempre teníamos recompensa y nos premiaba con dejarnos subir a la cabina de proyección y veíamos la película desde el ventanuco.
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PILÓN "LOS CAÑOS" |
Como podéis ver nuestras vacaciones estaban llenas de aventuras, como la de ir a bañarnos a la piscina natural "Las Majadillas" metidos en un cuatro latas (Renault 4) casi dos familias, ¡Uff! menos mal que no existían las multas por ocupantes o por no llevar el cinturón sino mi tío no hubiese ganado suficiente para pagarlas. Eso sí, íbamos tan despacio que casi te podías bajar de el en marcha.
Otra aventura era coger agua en el pilón para llevárselo a mi abuela, no se como lo hacíamos pero casi siempre terminaba en nuestro cuerpo antes de llegar a casa y de vuelta con el cántaro a la fuente.
Pero hay una cosa que nos divertía a raudales y era cuando mis tíos limpiaban el
abrevadero que tenían en el patio para la vacas, lo llenaban de agua limpia y nos metíamos todos los primos a salpicar agua. Eramos tan pequeños aún que aquello nos parecía una piscina olímpica.
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ERMITA |
Y voy a terminar como empecé diciendo, ¡¡qué recuerdos!!, porque podría seguir escribiendo toda la noche pero, os dejo con un momento que me recordó mi primo el otro día... La Milagra y sus carrozas donde como era de esperar no podía faltar yo y uno de mis primos.
Espero que mis recuerdos hayan evocado a los tuyos.