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Me considero una persona que disfruto y aprendo con todo lo que tengo a mi alrededor y he querido utilizar este medio para que otros también puedan disfrutar de mis conocimientos y experiencias.
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lunes, 11 de noviembre de 2013

EL CUENTO "EL CAMPESINO Y LA VACA", EL REGALO IDEAL PARA EL SR. MONTORO, LUIS DE GUINDOS, POLÍTICOS EN GENERAL Y GRANDES EMPRESARIOS.

Hoy quiero regalaros, el cuento "El campesino y la vaca". Es un pequeño relato para pensar y que cada uno encuentre su moraleja.

EL CAMPESINO Y LA VACA  (by M.Mancebo)

Había una vez, un campesino que poseía una pequeña porción de tierra en su ciudad natal.


Todas las mañanas se levantaba muy temprano para empezar con su jornada laboral.

Trabajaba duro, desde la salida hasta la puesta de sol.


Durante muchos años, el campesino acudió diariamente a cultivar su tierra junto con su vaca, que era la que le proporcionaba la leche para su dieta y la de su familia.

La vaca, pastaba calmada y alegre cerca de su dueño, durante toda la jornada de trabajo. Y, ese bienestar, hacía que produjese litros y litros de leche para el consumo del campesino.

Un día, al despertarse e irse al campo con su vaca, la miró y pensó.- "Ayer me sobró mucha leche, podría vendérsela a mis vecinos y con el dinero que ganara podría pagar alguno de los gastos que tengo".

El campesino al regresar a su casa, ordeñó la vaca y vendió la leche como había pensado. Esa noche, se fue más contento que ningún día a la cama, porque observó como su vaca, le había proporcionado una manera cómoda de generar ingresos para sus gastos.

Con el dinero que ganó el día anterior, el campesino se fue de compras a la ciudad.  Se compró un traje, no sabía en que ocasión se lo pondría, pero como nunca había tenido ropa elegante, le entusiasmaba  la idea de tenerlo en el pequeño baúl que utilizaba como armario, por si surgía la oportunidad de utilizarlo algún día.

Al llegar a casa y meter el traje elegante en su baúl, pensó que no era una buena idea guardarlo allí.  Tenía que doblar aquel traje tan lujoso y, se le podría arrugar. 

Decidió volver a la ciudad, esta vez en busca de un mueble para poder guardar su lujoso traje.

El campesino llegó a la tienda, y compró el mueble ropero más grande que encontró, no quería volver a tener el mismo problema en un futuro. 

¡Estaba tan entusiasmado!. Hasta que, se dio cuenta que justo al lado de aquel armario, lucía una preciosa cama y unas mesillas a juego.

Fue entonces cuando pensó, que ya era hora de darse un capricho renovando su casa, y prosiguió su conversación con el dependiente, informándole de su deseo de comprarlo todo.

Cuál fue la sorpresa del campesino, cuando comprobó, que el dinero que llevaba de la venta de la leche de su vaca. no era suficiente.

El dependiente ante la pérdida de una venta tan suculenta, le ofreció la posibilidad de poder pagarlo a plazos. Cosa que agradó al campesino y aceptó su propuesta.

Al día siguiente, cuando el campesino se dirigía de nuevo a cuidar de su tierra con su vaca, volvió a plantearse su situación, y está vez dilucidó.- "Si ordeño varias veces a la vaca, obtendré más litros de leche, que luego venderé, y así podré saldar mi deuda con el dependiente de la tienda".

Y así lo hizo. Al regresar a su casa, el campesino ordeñó a la vaca y vendió la leche. Pero, como no fue suficiente el dinero que le dieron, volvió a ordeñarla por la mañana y de nuevo por la tarde.

¡Ahora sí!. Con el dinero que obtuvo, no solo consiguió saldar su deuda, si no que además, le sobró para poder gastarlo en  futuros caprichos.

Cuando se fue esa noche a la cama, volvió a pensar en la nueva situación que estaba viviendo. Y se dio cuenta, que ese día no había trabajado en su tierra, cavando y recolectando el fruto.
-¡Qué bien!- pensó. He ganado dinero y no he tenido que trabajar duro.  Mañana podría hacer lo mismo. La vaca puede ser mi fuente de ingresos. ¡Sólo tengo que ordeñarla varias veces!.

Pasó un día, y otro día. Y el campesino había dejado de acudir a cuidar su tierra, tal y como pensó aquella noche. Dedicándose solo a ordeñar a la vaca, una y otra vez.

Con el paso del tiempo, la vaca, empezó a bajar su producción, fue agotándose. Ya no pastaba alegremente por los campos con su dueño. Sólo sentía el estrés que le generaba la soledad del establo, esperando ser ordeñada una y otra vez. 

Hasta que llegó un día, que dejó de producir leche.

El campesino, no sabía porque su vaca no producía como el quería. Y, solo pensaba en todo lo que tenía que pagar, en las cosas que podría necesitar comprar en un futuro, y, en como podría ordeñar más a la vaca para conseguir los ingresos que hasta el momento le había ofrecido fácilmente.


Tal vez pasó por alto que, cuando dejó de cuidar su tierra, no solo basó su fuente de ingresos en el esfuerzo de terceros, sino que también, privó a la vaca de la paz y alegría que recibía diariamente en aquellos pastos, siendo ese el motivo que le hacía producir litros y litros de leche. 

El campesino había tensado tanto la situación que, lo único que consiguió fue agotar su fuente de ingresos.

Perdió a su vaca, perdió su tierra y aprendió una lección.

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