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Bienvenidos a mi Blog.
Brevemente os explico cual es el fin de dicho Blog.
Me considero una persona que disfruto y aprendo con todo lo que tengo a mi alrededor y he querido utilizar este medio para que otros también puedan disfrutar de mis conocimientos y experiencias.
No quiero centrar mis publicaciones en un solo tema, por ese motivo, lo mejor será que yo cuente lo que sienta y vosotros busquéis en este Blog lo que necesitéis.
Espero estar a la altura de vuestras expectativas, y que encontréis aquí toda la información y/o el entretenimiento necesario.
Ya solo me queda agradeceros que hayáis entrado en este Blog, y sugeriros que continuéis contando conmigo en un futuro.
Pero no quiero despedirme, si antes pediros perdón anticipadamente, por cualquier falta gramatical que pudiera cometer. Intentaré ser lo más perfecta que pueda, pero no puedo prometeros no equivocarme, jeje.

Gracias a todos por visitarme.

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martes, 29 de diciembre de 2015

RELATO CORTO PRESENTADO EN EL CONCURSO REALIZADO POR LA BIBLIOTECA DE CABANILLAS DEL CAMPO (GUADALAJARA)




Próximamente era el cumpleaños de John. Su vigésimo cumpleaños, eso requería una celebración muy especial. Necesitábamos encontrar una experiencia novedosa y excitante. Algo que John recordase siempre, aunque era difícil porque no solía conformarse con cosas triviales.  
A John le gustaba navegar por internet en busca de cualquier asunto escabroso que alguien hubiese colgado. No podía resistirse a investigar las noticias sobre desapariciones y muertes de personas que por oídas llegaban a sus manos. Le gustaba mucho leer y uno de sus principales ídolos siempre fue Agatha Christie. ¡No se le pasaba ni una! Nos contaba siempre sus hipotéticas teorías donde en alguna ocasión ¡hasta puso en duda las opinión de los expertos!
Hace unos días nuestro amigo Carl paseaba por mi barrio y algo le llamó la atención. Era un folleto algo estridente y un poco arrugado. La publicidad decía - ¿Deseas tener una experiencia inolvidable? Te retamos a ser Sherlock Holmes por unas horas-.  Carl no pudo resistir su curiosidad al pensar que esta experiencia venía que ni pintada para celebrar así el cumpleaños de nuestro amigo John, así que se dirigió a la dirección indicada y pasó a informarse.
Era un lugar un poco lúgubre, no muy grande, oscuro y con un olor a rancio. Al oír el timbre que despidió la puerta apareció un hombre alto, algo despeinado, con barba de algunos días y con una mirada tan inquietante que casi podías sentir como penetraba en tu interior.
-¿Qué desea?- preguntó el señor misterioso.
Carl tuvo miedo hasta de respirar, pero contó hasta tres y soltó – Estoy interesado en conocer sobre qué trata ésta experiencia. Y enseñó el folleto que había encontrado.
-¡Pues el folleto lo deja bien claro caballero! Como bien indica, el reto consiste en resolver la identidad de un asesino, para ello deben saber encontrar las pruebas en el interior de una habitación que permanecerá cerrada con llave y, no conseguirán la llave salvo que descubran su identidad. Transcurridas dos horas regresaré para ver si Uds. consiguieron resolver el reto, de no ser así -hubo un silencio- la puerta tendría que abrirla yo y Uds. recuperarían su libertad.
Carl no se lo pensó ni un minuto y contrató los servicios de aquel hombre tan misterioso. Después llegó como un rayo a mi casa para contarme todo lo sucedido. Ambos pensamos que el reto era el idóneo para John y no tuvimos ni la menor duda que lo resolvería en un abrir y cerrar de ojos, dando por hecho que en menos de una hora estaríamos fuera de esa habitación con un subidón de adrenalina tan fuerte que no podríamos olvidar esa experiencia jamás.
Era el día señalado, John, Carl y yo nos dirigimos hacía el callejón angosto donde se encontraba el local. No podíamos ocultar todos nuestros sentimientos, alegría, expectación y si he de ser sincero, también existía una cierta sensación de miedo generada por lo desconocido.
John abrió la puerta del local -sonó el timbre- y entramos al unísono. Allí estaba el hombre enigmático esperándonos, donde casi sin mediar palabra, nos acompañó hacia una habitación sin ventanas y decorada con un ambiente algo tenebroso. Segundos después desapareció sin darnos cuenta y oímos el ruido de la cerradura que nos indicaba que la puerta estaba cerrada y empezaba nuestro tiempo para resolver el reto.
Nos miramos los tres y como locos empezamos a buscar pruebas por todos los rincones, detrás de los cuadros, debajo de las alfombras, entre las sábanas de aquella cama sin hacer, entre los papeles del escritorio. Observamos todo tipo de detalles, los rasguños del papel de la pared, un mensaje de “Help” escrito en una estantería, incluso hasta unas manchas que simulaban ser sangre o, eso fue lo que nos pareció creer en ese momento.
Tal y como habíamos anticipado Carl y yo, a John no se le resistió ni un solo detalle por minucioso que fuese, lo encontró todo y, vaciando el escritorio empezó a  poner allí todas las pruebas: fotos, restos de artículos de fiesta, guantes usados, un machete de cazador, documentos con datos personales, etc.
Pudimos deducir por las pruebas que no era solo un caso, eran varias las personas que habían desaparecido y que posteriormente habían sido asesinadas con el mismo “Modus Operandi”, lo que nos llevó a la conclusión de estar buscando a un asesino en serie. Ahora solo nos quedaba encontrar donde actuó el asesino, ponerle cara y ¡Voilà! reto superado y llave conseguida.
John empezó a ir encajando pruebas como si de un puzle se tratase. En una pizarra escribió los datos encontrados y dibujó un mapa marcando con “X” de donde procedían las victimas y con la “Y” el último lugar donde se les vio, con la intención de hallar un punto de unión y conseguir la pista necesaria para encontrar al asesino. -Se produjo un silencio sepulcral.- De nuevo nos miramos los tres pero, esta vez nuestras caras estaban más blancas que la leche y totalmente desencajadas. No podíamos creer lo que estábamos viendo. ¡El mapa!, ¡el recorrido de las víctimas! Todo coincidía y nos llevaba al mismo lugar, ese callejón angosto que nosotros habíamos cruzado hacía apenas una hora. Allí parecía ser el último lugar donde todas las víctimas desaparecían. Demasiadas coincidencias y, empezó a rondar por nuestras cabezas el mismo pensamiento.
Carl estaba inmóvil junto a la cama estrujando unos trozos de una tarjeta de cumpleaños que había encontrado detrás de las cortinas. John le miró y entonces lo vio todo claro. Recordó una noticia que había leído en internet sobre un asesino en serie, un caso aún sin resolver. Los expertos andaban tras la pista de un hombre alto con aspecto algo descuidado y que según los psicólogos debió sufrir algún trauma el día que cumplía los años, ya que la coincidencia entre todas las víctimas era que estaban celebrando ese acontecimiento cuando desaparecían.
Ninguno de nosotros sabía que decir ni que hacer, solo existía silencio y un miedo aterrador por lo que suponíamos que nos iba a pasar cuando la puerta se abriese. No había ni rastro de la llave. Estaba claro que nosotros debíamos ser las siguientes víctimas.
El tiempo excedía ya el límite establecido, no entendíamos nada y la espera era angustiosa. Carl nos hizo una señal dirigiendo su mirada hacía la puerta. Se empezaron a escuchar pasos que parecían estar cada vez más cerca. Nos abrazamos los tres como si el estar unidos nos fuese a servir para salvar nuestra vida. Alguien introdujo la llave en la cerradura. El silencio se convirtió esta vez en rezos provenientes de nuestros labios. La puerta se abrió de un golpe seco y nuestros ojos humedecidos buscaron al hombre misterioso.
¡No estaba ahí! En su lugar apareció un hombre bajito enseñando una placa y pronunciando las siguientes palabras –Tranquilos chicos estáis a salvo, llevábamos varios meses buscando éste lugar y a éste hombre (enseñándonos al asesino esposado). Así que podéis decir que hoy estáis celebrando vuestra vuelta a la vida.

Autor:  Mar Mancebo Alameda (Noviembre 2015)

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