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Bienvenidos a mi Blog.
Brevemente os explico cual es el fin de dicho Blog.
Me considero una persona que disfruto y aprendo con todo lo que tengo a mi alrededor y he querido utilizar este medio para que otros también puedan disfrutar de mis conocimientos y experiencias.
No quiero centrar mis publicaciones en un solo tema, por ese motivo, lo mejor será que yo cuente lo que sienta y vosotros busquéis en este Blog lo que necesitéis.
Espero estar a la altura de vuestras expectativas, y que encontréis aquí toda la información y/o el entretenimiento necesario.
Ya solo me queda agradeceros que hayáis entrado en este Blog, y sugeriros que continuéis contando conmigo en un futuro.
Pero no quiero despedirme, si antes pediros perdón anticipadamente, por cualquier falta gramatical que pudiera cometer. Intentaré ser lo más perfecta que pueda, pero no puedo prometeros no equivocarme, jeje.

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miércoles, 7 de junio de 2017

EL ARTE DE ENSEÑAR

El arte de la docencia, un bien muy preciado que no todos los profesores actuales pueden presumir de tenerlo.

Hoy en día hay muchas personas que deciden estudiar magisterio con la intención de dedicar su futuro a enseñar a otros pero, ¿tienen las cualidades que se necesita para ser de verdad un buen profesor?

La figura del profesor en las primeras etapas de nuestra vida es una pieza tan fundamental como lo puede ser la figura materna o paterna, ya que gran parte del tiempo de un niño y adolescente se pasa en las aulas aprendiendo de todo aquel que esté a su lado y principalmente de lo que pueda ver o le enseñe su profesor.

Por eso es tan importante que el profesor no solo sea una mera vía de transmisión de lo que se plasma en un libro de texto, si no que empatice con el alumno, que se interese por su vida diaria, por sus alegrías y por sus decepciones, por sus gustos y aficiones, por sus días buenos y los menos buenos, creándose así entre alumno y profesor un vínculo de respeto que ni uno ni otro debe saltarse e intentado buscar soluciones por todos los medios si se observa que algo falla en dicha relación. 

El profesor debe ser una referencia a seguir, transmitiendo ganas e ilusión por lo que enseña,  con el objetivo no solo de leerles las páginas de cual editorial les toque, si no  pensando siempre en crear algo de interés dentro de esas personas a las que está formando. Puede ser difícil tarea pero no imposible.

Un profesor debe tener ganas de enseñar pero sobre todo empeño en que se entienda lo que enseña, eliminando del alumno cualquier duda con respecto a la materia estudiada y dejando en un segundo plano la frase tan fácilmente utilizada hoy día "búscalo en internet" 

Un profesor debe ser respetado pero, también debe tener el mismo respeto con quienes tiene delante suyo porque esas personas aprenderán lo que vean. Debiendo tener especial cuidado dado que, si lo que ven es por ejemplo a un profesor utilizando un móvil durante una clase, con toda probabilidad se podrá ver tambien ese mismo gesto en algún alumno, sin darse cuenta el profesor ha convertido una falta de respeto en algo aparentemente normal y que se puede hacer en clase.

Lo mismo ocurrirá con el tono de voz y los insultos. Tan grave es que un alumno trate mal a un profesor como que un profesor ridiculice por algún fallo cometido o insulte a un alumno delante de tod@ la clase. Si hay que amonestar a un alumno por algo, éste merece ser tratado con respeto a pesar de la infracción cometida y por tanto la comunicación debiera ser a solas, de lo contrario estaríamos enseñando a nuestros alumnos a utilizar el poder de la humillación con los demás y con seguridad que también este gesto lo aprenderán rápido e utilizarán en el futuro. 

Tengamos siempre presente que la palabra profesor significa alguien que enseña,  por eso es muy importante que los profesores no obvien que sin querer ellos, también están enseñando sus valores ya sean positivos, negativos o simplemente la carencia de los mismos, siendo ese el motivo de ser tan delicada y difícil la verdadera profesión de la enseñanza, cosa que al parecer algun@s profesores no parecen tener esto último muy claro, asombrándose luego del resultado, eximiendo su culpa y lanzando la responsabilidad fuera de su tejado.

Quizá porque yo tuve verdaderos profesores hace ya años atrás, me gustaría ver en las clases de mis hijos a esos profesores que sabían como inculcarte las ganas de saber, esos que no les hacía falta leer el libro si no que contaban las lecciones con tanta pasión que sabían crear la magia del interés y el ansia de continuar.

Esos profesores que no solo conocían tu nombre si no que te conocían a ti como persona y podías sentir la plena confianza como para consultarles cualquier duda porque sabías que te iban a responder con el mayor interés posible. 

Esos profesores que te guiaban a estudiar la materia en la que más sobresalías pero que además te ayudaban a sacar adelante aquellas otras en las que no eras tan notable.

En realidad hecho de menos a esas personas con alma, espíritu y ganas de ser un verdadero profesor, esos que trabajan para enseñarnos a encontrarnos dentro cuando aún no hemos florecido, esos profesores que nos enseñan a madurar con su experiencia y sabiduría y contribuyen no solo ha hacernos más inteligentes si no también mejor persona. 

No quiero decir con todo esto que no existan buenos profesores en la actualidad y, por favor que me perdonen si se han sentido ofendidos con mis palabras los que si son verdaderos profesionales de vocación y no solo de oficio, porque como dirían en Galicia "haberlos haylos"  y muchos. Aunque la mala hierba ya sabemos que crece siempre más deprisa.


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