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jueves, 25 de septiembre de 2014

TRAPICHEOS PARA ENCONTRAR EL MODO DE SEGUIR SACANDO DINERO AL PUEBLO

El precio de los inmuebles ha bajado en España en estos últimos años, incluso en algunos casos hasta por debajo de lo que costó en su origen.

Pero, ¿qué ha ocurrido con el IBI que les grava?

Lo lógico tal y como se ha hecho en años que ya casi ni se recuerdan, es que el Impuesto de Bienes e Inmuebles sea equitativo  con el precio que el inmueble tenga en ese momento en el mercado, es decir, si el mercado por la demanda ha elevado su precio de compra-venta o, bien se podría mantener el tipo de gravamen ya existente o, bien podría incrementarse si creyesen necesario recaudar más.

Como la tendencia anual era siempre de crecimiento, no se detectaba problema alguno, aunque subiesen las tasas e impuestos, también subían los salarios y el valor de los bienes en propiedad. 

Al subir el valor de los inmuebles y, aunque no se incrementase el tipo de gravamen,  el resultado final de la cuota a ingresar en las arcas municipales siempre era mayor. Así que, hubiese subida o no, los Ayuntamientos estaban contentos de igual forma porque veían positivos en sus cuentas.

Ahora bien, ¿qué escenario se les presentó a los Ayuntamientos cuando vieron que los inmuebles no solo había dejado de subir su valor, si no que lo peor era que se estaban devaluado día a día? 

Supongo que una de sus reacciones fue el pánico financiero, se habían estado ingresando grandes cantidades en conceptos de IBI y, no estaban dispuestos a prescindir de ellas ya que ese ingreso, es uno de los principales y que además sirve para sufragar muchos de los gastos que tienen los Ayuntamientos.

Lo primero que probaron fue a no actualizar el valor de los inmuebles con los precios reales de mercado. Eso sí, no subían el porcentaje de la tasa a gravar pero, al no bajar el valor del inmueble, seguían recaudando lo que ellos consideraban necesario para sus cuentas de una forma sibilina.

Cuando se vieron en la necesidad de revisar los datos fiscales de los inmuebles, no les quedó otra que, o bien renunciar a parte de esos ingresos, o bien subir el impuesto.

Seguro que no hace falta que os diga cual fue la opción elegida en muchos Ayuntamientos.


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