"CUANDO EL RÍO SUENA, AGUA LLEVA", dice el refrán.
No todos los rumores tienen que ser ciertos, pero en este caso algo empieza a oler un poco a chamusquina.
Soy una de esas pacientes que llevo o, mejor dicho llevaba en lista de espera para una operación quirúrgica desde octubre del año pasado.
Supongo que no entenderéis porqué digo "llevaba" si aún no se ha realizado la intervención quirúrgica. Paso a explicaros mi caso y después, que cada uno piense que hay de cierto en la noticias que han sido publicadas por algunos medios de comunicación sobre el falseo de datos estadísticos.
Estoy pendiente de una intervención quirúrgica de cirugía vascular desde octubre del 2013, fue entonces cuando pasé a formar parte de la larga lista de espera que parece que tienen si no todos, casi todos los hospitales de España.
Gratamente para mí, el pasado mes de mayo recibí una llamada donde me indicaban que ya tenía fecha para la operación y, un caballero me facilitaba un día y una hora en concreto a principios de junio para realizar dicha intervención.
Acto seguido corrí a prepararlo todo, a mi familia, las tareas pendientes, me doy de baja en las actividades que estaba apuntada, organizo quien me cuidará, etc.
Pero, para mi sorpresa, unos días antes de la fecha indicada recibí otra llamada del hospital para comunicarme que no tenían camas disponibles, que habían tenido una urgencia y que me mantendrían informada porque con seguridad la operación se produciría en esa misma semana.
Cuatro o cinco días más tarde no recuerdo bien, vuelven a llamarme del hospital y me informan de la nueva fecha.
Procedo a prepararlo todo otra vez rápidamente.
Y, no había acabado de tenerlo todo listo cuando, ¡la historia se repite!.
Vuelven a llamarme contándome otra historia y para acabar diciéndome que la fecha hay que posponerla otra vez. Le pregunto al caballero que me ha llamado, si tiene ya un nuevo día de cita, su respuesta es algo dubitativa esta vez, no deja claro para cuando y acaba la conversación diciendo,- "ya te llamaremos con más datos".
Al cabo de algo más de una semana recibo una llamada del hospital para informarme que no se han olvidado de mí, pero, que no hay quirófanos disponibles y que en cuanto haya un hueco me avisan.
En ese momento no puedo evitar empezar a estar un poco molesta, no por la espera, más bien por el trastorno que me están ocasionando a mí y a quienes se tienen que hacer cargo de mi cuidado los días posteriores a la operación.
Casi me había olvidado ya de ellos cuando, el día 27 de junio recibo otra llamada del hospital, eran las 9:00 de la mañana. Esta vez era una señorita que me dijo tajántemente que ingresaba ese mismo día a las 15:00 y que la operación se iba a producir sobre las 17:00.
Como es obvio mi contestación a eso fue, que no sabía si eso iba a ser posible, ya que tenía que consultar la disponibilidad de las personas que me iban a cuidar después de la intervención, poniéndole además de manifiesto, mi descontento por avisar con tan solo unas horas de antelación sabiendo que se necesita involucrar a terceros debido a que el postoperatorio se hace en casa. A lo que la señorita responde, "qué o me opero esa tarde o como cierran quirófanos en verano ya no me llamarán hasta septiembre".
Intento preparar todo de nuevo rápidamente, pero mi marido se encontraba de viaje, los niños conmigo y mi familia no reside cerca de la zona, así que como era de esperar en tan solo unas horas no pude conseguir tener todo lo necesario y tuve que decirle que no podría operarme ese día.
En verano, el hospital vuelve a llamarme, esta vez para comunicarme que tengo que repetir las pruebas médicas porque las que me hicieron han caducado. Unos días después recibo en casa los papeles de citación para septiembre de las nuevas pruebas.
Y llega septiembre, repito las pruebas, voy a la consulta del anestesista y además, ya tengo una nueva fecha para la operación. ¡Hurra, por fin me operan!,
Con la nueva fecha en mano, 1 de octubre, pongo a mi gente al aviso para organizarnos, que aunque no me lo digan, deben estar ya tan hartos como yo de tantos cambios.
Y, ¡sorpresa!, la pesadilla se repite de nuevo.
¿Qué os imagináis que sucede?. Pues efectivamente, vuelven a llamarme del hospital dos días antes de la operación para decirme que no me pueden operar porque tengo las pruebas caducadas, en ese momento no puedo salir de mi asombro y le comento al caballero del otro lado del teléfono, que me han repetido las pruebas hace unos días, incluso que las han visto ya en la consulta del anestesista, donde dijeron que eran correctas y emitieron su conformidad para que se produjese la intervención. El caballero responde acto seguido,-, ¡ah! pero aún así, es que no va a poder ser ese día, te lo tengo que cambiar para el 15 de octubre.
Debo tener más paciencia que el santo Job y reprimí lo que pasaba por mi cabeza, si no, me hubiesen oído hasta en Moscú.
A día de hoy sigo aún en espera, aunque ya no aparezca como tal en el hospital, porque me eliminaron de la lista de pacientes en espera el día que me dieron la primera cita para la intervención (mayo/2014). Entenderéis ahora porque hablaba al principio de estar fuera de la lista de pacientes en espera.
Mi duda es, si esto que me ha sucediendo a mí lo han podido hacer con otros pacientes, con el único objetivo de maquillar los datos estadísticos a la baja, para dar la imagen que todo va bien y que son estupendas sus gestiones. Ofreciendo una fecha a los pacientes, que no parece cumplirse por una causa u otra, y que nos dejan solo en una posición de espera de forma anónima.
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http://www.eldiario.es/clm/Cospedal-ocultar-listas-sanidad-manchega_0_311818889.html
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