Me sumo a que no derriben el Edificio España.
Tengo ahí muchos recuerdos de cuando empezaba mi andadura en el mercado laboral.
Trabajé en una de sus oficinas durante un par de años, así que, cada vez que paso por sus alrededores me vienen a la mente los buenos recuerdos de juventud y las ganas de comerme el mundo.
No me gustaría ver un solar vacío la próxima vez que pase y, tener la sensación de haber perdido un poquito de la historia de mi vida.
Porque, por si alguien no se ha dado cuenta, las edificaciones tienen alma desde el minuto uno.
Tienen el alma de quienes lo proyectan en su cabeza, y de quienes lo levantan en el suelo, pero sobre todo, tienen el alma y los recuerdos de toda esa sucesión de momentos vividos por quienes lo habitaron en algún momento de su vida.
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